Estamos inmersos en la conmemoración gozosa del Setenta y Cinco Aniversario de la Fundación de nuestra querida Hermandad, y al inicio de la celebración de un completo programa que incluye los más diversos y extraordinarios actos religiosos y culturales diseñados con tal motivo. Serán meses de intenso trabajo para todos y ocasión para disfrutar con satisfacción de nuestra pertenencia a la Hermandad de la Paz.
Pero permitidme que ponga en voz alta lo que, a mi juicio, debería también estar en la mente de todos los hermanos: ¿Qué frutos esperamos de tantos acontecimientos?
Considero que la efemérides no debe quedar en la sucesión de una serie de actos registrados en la memoria superficial de una etapa superada y consumida con las prisas que caracterizan nuestro modo de vida, sin afectar de manera significativa a la existencia cotidiana de la Hermandad, sino que, muy al contrario, tanto esfuerzo ha de ser ocasión propicia para crecer y madurar en la identidad de una institución que nació, vive y debe proyectar su futuro en el seno de la Iglesia.
El Aniversario ha de servir para tomar conciencia de nuestro sentir con la Iglesia Católica. En su seno fue concebida por nuestros hermanos fundadores y, fieles a la misma, han de vivir en el orden espiritual, personal y social, los que en la actualidad la integran. ¿Qué frutos concretos deseamos obtener de estos acontecimientos?
En primer lugar, una mayor hondura en la vida espiritual de cada hermano, la vivencia de una devoción más profunda a nuestros Amados Titulares, al Santísimo Sacramento en primer lugar, y a las Sagradas Imágenes del Señor de la Victoria y María Santísima de la Paz. Quiera Dios que al terminar el año todos tengamos una mejor y más auténtica vida de piedad.
Pero además, es necesario potenciar, con todo el esfuerzo que requiera, una adecuada y completa formación cristiana, que disipe la ignorancia que desorienta, generando confusión y situaciones dolorosas, y venza la superficialidad que propicia planteamientos inaceptables que se sitúan al margen de la doctrina de la Iglesia. En esta tarea nos debemos implicar todos, con el deseo de alcanzar este fruto tan necesario que nos reta de manera apremiante.
Pero también hemos de desear el fruto de crecer en la virtud primera de la caridad. Una caridad fraterna que se manifestará en el rostro de la sana convivencia, el respeto a todos, la comprensión y el perdón, tratando de valorar todo lo mucho que nos une y combatir contra lo poco que, en escasas ocasiones, nos separa. Una caridad cercana con los que sufren, dentro y fuera de la Hermandad, pues a todos ha de llegar nuestro afecto y cercanía en el amor fraterno. Las múltiples y originales iniciativas de la Bolsa de Caridad y la generosa contribución al sostenimiento del COF diocesano de San Sebastián, estimulan el deseo de crecer también este año especial en tan importante frente en la vida de una asociación católica de fieles.
Si el Señor en el evangelio llama la atención a sus discípulos para que disciernan sobre la bondad y la verdad de la realidad del mundo, "Por sus frutos, los conoceréis" (Mt 7,20), también nos invita a todos nosotros a pensar y desear los mejores frutos de este feliz Aniversario, para que quienes juzguen este momento histórico, ahora y en el futuro, puedan, por nuestros frutos, conocer a los que se sienten y viven como hermanos de la Paz.
Junto a mi oración, que elevo a Nuestros Sagrados Titulares, por cada uno de mis queridos hermanos, pongo el deseo de un Aniversario gozoso y rico en frutos para la Hermandad de la Paz.
Isacio Siguero Muñoz
Director Espiritual