El Domingo más anhelado del año está cada vez más cerca. Será el primero en nuestras vidas que no madrugaremos para asomarnos a la brisa para ver qué ha amanecido con la luz soñada y con ese cielo celeste que se pone el Porvenir para salir a saludar a la primavera...
Estos días que vivimos no están siendo nada fáciles, y encima, no hemos podido besar los sagrados pies del Moreno, acompañarlo, arrimando el hombro, en su salida más familiar, cuando rezamos su Vía Crucis. No hemos podido orar últimamente en la intimidad de capilla donde habita la Verdad.
Las parihuelas se han quedado olvidadas en un patio y no vamos a tener la oportunidad de despedirnos, exhaustos, cuando Sevilla esté estrenando las primeras horas del Lunes Santo....
Pero hemos aprendido a vivir situaciones que nos cambiarán la forma de modelar nuestro ser cofrade.
Gracias a la tecnología hemos oído la Santa Misa desde nuestra querida parroquia. Nos hemos quedado absortos viendo a Su Santidad cómo alzaba el Santísimo en la plaza romana de San Pedro, al igual que otros sacerdotes lo hacían desde azoteas más cercanas...
Ahora toca vivir una Semana Santa distinta, pero tan verdadera y llena de fe como la qué acostumbrábamos a celebrar... el Parque, el Postigo, Contratación o la Torre Sur seguirán ahí, esperando a que pase la cofradía de La Paz...
Es tiempo de guardar los costales, las perneras azules y blancas y, con ellas, las fajas que son un abrazo materno y las zapatillas, los andares de a quienes más queremos.
Lo importante ahora es que estéis todos bien. Que estén bien vuestras familias y amigos. Que conservéis tanto el ánimo como vuestros trabajos.
Rezadle a Nuestro Padre Jesús de la Victoria y a María Santísima de La Paz para que nos proteja y que el día de volvernos a ver esta cada vez más cerca..
No dudéis que los pasos este año os van a pesar más que nunca, pero ahí estará la cuadrilla de los legionarios del Porvenir para poder con todos los kilos que nos acechan.
El próximo Domingo, el de Ramos (¡cualquier cosa!) coged vuestra medalla de la Hermandad, besarla y rezad por los enfermos que sufren y por los fallecidos que nos dejaron.
Para todos, ¡un fortísimo abrazo de todo corazón!
Ernesto Sanguino.