Los textos y meditaciones que se irán incorporando en el programa de formación online de nuestra Hermandad de la Paz son propuestas para sostener la búsqueda de Dios en el silencio y la oración y, en la medida de lo posible, compartirla en familia. Se trata de disponer de un rato de tranquilidad para leer en silencio los textos que se sugieren y que, en algunos casos irán acompañados de un breve comentario o preguntas para la reflexión. Pudiendo finalizar el rato de recogimiento con un breve tiempo de oración.
Busca un lugar recogido y en el que puedas evitar distracciones. Si lo deseas puedes tener contigo una imagen del Señor de la Victoria o de María Stma. de la Paz que te ayude a interiorizar la lectura propuesta.
Este documento reflexiona sobre el sentido de la espera en el adviento y nos señala el nacimiento del Hijo de Dios, al que Isaías llama "príncipe de la paz".
Va a nacer el Príncipe de la paz
El Señor volvió a hablar a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios; en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Dios: «Escucha, heredero de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Por eso el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la joven está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel». (Isaías 7, 10-14)
Los primeros capítulos del libro de Isaías describen a un pueblo que ha olvidado volverse hacia Dios y agradecer la vida que él les ofrece. Estos hombres y mujeres están centrados en sí mismos y en la imagen que proyectan; aceptan sobornos, corren tras la riqueza y el placer, rechazan los derechos de los débiles y no ayudan a los pobres.
Los sufrimientos que atraviesa la nación y las amenazas que se ciernen sobre ellos son interpretadas como las consecuencias de sus actitudes y acciones. En resumen, son un pueblo cuyas falsas prioridades y malas decisiones impiden el bienestar individual y colectivo. Esta sombría presentación culmina en la imagen de una humanidad que corre hacia su ruina (5, 14-15).
El rey Acaz se inscribe en este contexto. Si rechaza pedir una señal no es tanto por modestia como porque no desea cambiar su conducta. El Dios-con-nosotros viene a salvarnos de las consecuencias de nuestras malas actitudes y elecciones, pero igualmente pone en cuestión nuestros hábitos y nuestro estilo de vida.
En cualquier caso, se da una señal, el anuncio de un niño que nacerá y que será llamado Emanuel, en otras palabras, Dios-con-nosotros. En primer lugar, este nacimiento significa que el pueblo pronto será salvado del peligro que representan los países vecinos (7, 16)
Pero aún hay más. El niño comerá el alimento de la tierra prometida, leche y miel, con el fin de aprender a rechazar el mal y escoger el bien (7, 15). Será distinto a esta generación, que llama al mal bien y al bien mal (5, 20). Representará un nuevo modo de vivir que restaurará las prioridades correctas y sanará así la vida de los individuos y del pueblo entero.
En los siguientes capítulos del libro de Isaías, la expectativa de felicidad se alterna con las predicciones de una desgracia inminente. La señal es ambigua: la nueva vida constituye una esperanza que todavía está por realizar. Pero el evangelio de Mateo presenta a Jesús como Emanuel (Mateo 1, 23). Él viene tanto para cuestionarnos como para salvarnos. Él mismo vive una vida humana marcada por las prioridades saludables y las buenas decisiones y viene a transmitírnoslo.
Esto es lo que celebramos en Navidad: el Dios-con-nosotros que entra en nuestra historia para liberarnos de todo cuanto nos impide vivir en la autenticidad y para conducirnos a la plenitud.
PREGUNTAS
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¿Cuándo siento que mis prioridades personales o nuestras elecciones colectivas necesitan una corrección?
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¿Cómo abre la vida de Jesús nuevas posibilidades para mi existencia?