Los textos y meditaciones que se irán incorporando en el programa de formación online de nuestra Hermandad de la Paz son propuestas para sostener la búsqueda de Dios en el silencio y la oración y, en la medida de lo posible, compartirla en familia. Se trata de disponer de un rato de tranquilidad para leer en silencio los textos que se sugieren y que, en algunos caso irán acompañados de un breve comentario o preguntas para la reflexión. Pudiendo finalizar el rato de recogimiento con un breve tiempo de oración.
Busca un lugar recogido y en el que puedas evitar distracciones. Si lo deseas puedes tener contigo una imagen del Señor de la Victoria o de María Stma. de la Paz que te ayude a interiorizar la lectura propuesta.
El noveno documento reflexiona, a partir del final del evangelio de San Mateo, sobre el compromiso que tenemos todos de anunciar con valentía la buena noticia.
¡No tengáis miedo!
El ángel dijo a las mujeres: “No temáis. Sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado como había dicho. Acercaos a ver el lugar donde yacía. Después id corriendo a anunciar a los discípulos que ha resucitado y que irá por delante a Galilea; allí lo veréis.” Éste es mi mensaje. Se alejaron aprisa del sepulcro, llenas de miedo y gozo, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. Jesús les salió al encuentro y les dijo: “¡Salve!” Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: “No temáis; id a avisar a mis hermanos que vayan a Galilea, donde me verán.” […] Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. Jesús se acercó y les habló: “Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28,5–20)
“¡No temas!”; “¡No temáis!” Lo que José oye al principio del Evangelio de Mateo, las mujeres lo oyen al final. Ya al final de la semana en la que hemos reflexionado sobre los desafíos que enfrentan nuestras sociedades y donde buscamos caminos de esperanza, esto es también lo que oímos: “¡No temáis!”.
“¡No temas!” Con estas palabras ha comenzado para José y las mujeres y encuentro. Ellos entienden que Dios está presente en sus desafíos y que abre un camino para ellos. La Biblia no afirma que todo irá bien, pero trata de decirnos que no tenemos que enfrentar las dificultades por sí mismos.
En el texto, fue Jesús quien se enfrentó a la angustia y a las dificultades, los discípulos los dejaron solo. Mientras oraba, se durmieron; cuando fue arrestado, huyeron. Las mujeres no dejan al que murió en la cruz. Ellas van a ver la tumba de alguien para quien no queda esperanza. Los discípulos se han alejado de la dificultad y de la desesperanza, las mujeres se acercan. Y reciben este mensaje: ¡No temáis! ¡ha resucitado!
Hay tres encuentros y tres envíos en este relato: El ángel envía a las mujeres a los discípulos, luego Jesús envía a las mujeres “a sus hermanos” y finalmente Jesús envía a los discípulos “a todas las naciones”. Nadie descubre el mensaje de la resurrección solo y nadie puede guardarlo para sí mismo. Es un mensaje que se recibe en un encuentro y que se nos invita a crear otros.
La resurrección no significa que ya no habrá dificultades en nuestras vidas ni más sufrimientos en el mundo. Pero los primeros cristianos, empezando por las mujeres y los discípulos en nuestro texto, se dan cuenta progresivamente de que Jesús había enfrentado solo la angustia y el sufrimiento para que nunca más estemos solos en nuestras angustias y en nuestros sufrimientos. Poco a poco entienden que la esperanza ha entrado en la desesperanza y que la muerte de Jesús y se ha convertido en fuente de vida.
La primera reacción de las mujeres y de los discípulos es una mezcla de gran alegría y de miedo o incluso de adoración y de duda. Pero Mateo no termina su historia mirando la reacción de los discípulos, más bien dirige nuestra mirada a las últimas palabras de Jesús. Los discípulos que lo dejaron solo, ahora son enviados a hacer discípulos de todas las naciones. Jesús quiere que sus discípulos compartan la vida nueva que vino a darnos con todas las naciones, mediante el bautismo y la enseñanza de sus mandamientos.
Esta misión y esta vida son llevadas por su presencia. Él recibió el poder y él estará presente. En medio de las dificultades y la angustia de este mundo, el Reino de Dios ya ha comenzado. La Resurrección es ésta: un comienzo definitivo, y la dinámica de una presencia hasta el fin de los tiempos. Una presencia para los días de alegría como para los días de angustia, una presencia que es una fuente de esperanza.
PREGUNTAS
- “Porque él mismo sufrió la prueba, puede ayudar a los que son probados.” (Hebreos 2, 18) – ¿Cómo entiendo estas palabras?
- ¿En qué encuentros viene Jesús hasta mí? ¿A qué me envía?