Entrando en el sepulcro, el discípulo de Jesús, vio y creyó. (Jn 20,1-9)
Jesús de la Víctoria, aunque tu resurrección no alumbre en nosotros más que una débil llama, nos permite alcanzar una comunión contigo. Y por tu Evangelio comprendemos que has venido a esta tierra no sólo para una parte de la humanidad, sino para todos los humanos, incluso aunque no tengan consciencia de tu presencia en ellos.