Los textos y meditaciones que se irán incorporando en el programa de formación online de nuestra Hermandad de la Paz son propuestas para sostener la búsqueda de Dios en el silencio y la oración y, en la medida de lo posible, compartirla en familia. Se trata de disponer de un rato de tranquilidad para leer en silencio los textos que se sugieren y que, en algunos caso irán acompañados de un breve comentario o preguntas para la reflexión. Pudiendo finalizar el rato de recogimiento con un breve tiempo de oración.
Busca un lugar recogido y en el que puedas evitar distracciones. Si lo deseas puedes tener contigo una imagen del Señor de la Victoria o de María Stma. de la Paz que te ayude a interiorizar la lectura propuesta.
El cuarto documento reflexiona sobre cómo desde el Espíritu estamos llamados a un servicio y una vocación.
Unidad en la diversidad
Existen carismas diversos, pero un mismo Espíritu; existen ministerios diversos, pero un mismo Señor; existen actividades diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos. A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien común. Uno por el Espíritu tiene el don de hablar con sabiduría, otro según el mismo Espíritu el hablar con penetración, otro por el mismo Espíritu la fe, otro por el único Espíritu carisma de sanaciones, otro realizar milagros, otro profecía, otro discreción de espíritus, otro hablar lenguas diversas, otro interpretarlas. Pero todo lo ejecuta el mismo y único Espíritu repartiendo a cada uno como quiere. (1 Corintios 12, 4-11)
En este pasaje bíblico, el apóstol Pablo nos habla de la diversidad de los dones espirituales que han recibido los cristianos de Corinto. Al leer las cartas de Pablo hay que recordar siempre que fueron escritas para un grupo de personas específico y por razones muy concretas. Las razones principales por las que Pablo escribía a los corintios eran los problemas morales y las divisiones en el seno de su comunidad.
En su carta a los corintios, Pablo no ignora las imperfecciones de la comunidad que fundó: les reprocha que se hayan dividido y que cada subgrupo crea que ellos y sus líderes son superiores a los demás. Al mismo tiempo les llama sus hijos amados y comienza su carta alabándoles «por la gracia que Dios os ha dado por medio del Mesías Jesús» (1, 4)
¿Cómo puede Pablo alabar a una comunidad en la que tantas cosas se han torcido? ¿Cómo puede considerarles el cuerpo de Cristo, la Iglesia de Dios? Es porque Pablo, a pesar de todas sus imperfecciones, está seguro de la presencia del Espíritu Santo en medio de ellos. Solemos reconocer la presencia del Espíritu en todo aquello que es bueno y hermoso, pero ¿vemos lo suficiente su acción en las situaciones imperfectas? También en nuestras vidas, en todo su desorden y ambigüedad, el Espíritu obra.
Parece una hermosa idea: Dios reparte dones a cada uno individualmente. Pero esto también significa que tenemos que aprender a aceptar que no hemos recibido la totalidad de los dones y que estos no son « a la carta ». Dios ha derramado sobre nosotros ciertos dones mientras que otros han recibido aquellos dones que a nosotros nos faltan. En lugar de frustrarnos por ello, deberíamos verlo como un aliciente para vivir en comunión.
Pablo quiere que los cristianos de Corinto reflexionen sobre por qué han recibido estos dones. Los dones que recibimos no son meramente para nuestro desarrollo personal, sino que están pensados para combinarse con los dones de los demás al servicio de Cristo y su Iglesia. Sí, pese a mis mejores esfuerzos carezco de muchos dones, pero estoy rodeado de otros creyentes; no tengo por qué poseerlos todos yo. Lo que importa es que la Iglesia en su totalidad alberga la plenitud de la gracia del Espíritu de Dios.
Y esto significa dos cosas: en primer lugar que deberíamos «estar juntos para que se revele el dinamismo del Evangelio». Pues es juntos y sólo juntos que los dones del Espíritu Santo cobran su significado pleno.
Y en segundo lugar, cuando nos juntamos en la Iglesia tenemos que vivir nuestra unidad en la diversidad. Que alguien no practique su fe exactamente como yo no significa necesariamente que esté equivocado. Debemos estar atentos a aquellos que ven las cosas de manera distinta a la mayoría, pues a menudo en la historia de la Iglesia ha sido una minoría, a veces sólo unos pocos, quienes han entendido hacia dónde guiaba el Espíritu a la Iglesia. De hecho la Iglesia es lo que es cuando sabe escuchar a su diversidad.
No hay nada de relativista en este enfoque. No significa que la Iglesia sea un lugar en el que, en el nombre de la diversidad, cada uno esté legitimado para tener su propia verdad. Pablo insiste mucho en el hecho de que todos los creyentes de Corinto tienen el mismo Espíritu, el mismo Señor y el mismo Dios. Dejar que sea Él quien nos reúna para descubrir la diversidad de sus dones, proteger esta diversidad en nuestras propias iglesias y reconocer los dones del Espíritu Santo en las Iglesias de los demás son actitudes que nos acercarán a una comunión visible de aquellos que aman a Cristo.
PREGUNTAS
- ¿Deseo alguna vez tener los dones que otros tienen? ¿Soy plenamente consciente de mis propios dones y talentos? ¿Qué puedo hacer para verlos no como razones para la arrogancia sino como herramientas para el servicio a los demás?
- ¿Cómo pueden nuestras comunidades ser lugares de unidad en la diversidad, donde los dones de todos son promovidos? ¿Es posible permanecer juntos al tiempo que se reconocen y valoran diferentes enfoques?