Septiembre es como el marzo del otoño. Si el calendario se dobla, los dos meses se tocan y en la cercanía se contagian de unas luces y colores parecidos pero a la inversa.
Hoy, que es como el primer domingo del nuevo curso, podíamos estar hablando aquí de muchas cosas; del conteo, del plan para que ninguna cofradía deje de contribuir al fondo común, de la intensa agenda sevillana del Cardenal... Todo puede esperar: porque hoy estamos en un Domingo de Pasión inesperado. No hay ningún pregón, pero ya tenemos un paso de palio montado y no uno cualquiera. Es el de la Virgen de la Paz, un prodigio blanco bordado con hilos de plata e hilos de aire que cada año se convierte en la evidencia más rotunda de que la Semana Santa por fin ha comenzado.
Parece mentira. Llegas al Porvenir y todo es igual pero al contrario. La tarde no se alarga sino que se acorta, hay aromas pero no es el naranjo. Estas noches huelen aún a verano, a jazmines y a las damas de noche, que perfuman un ensayo de costaleros y el trabajo de los jóvenes que le sacan brillo a la plata.
La Paz sale el sábado que viene para celebrar sus primeros 75 años. También saldrá dentro de dos o de tres para coronarse. Pero lo de ahora será distinto. Veremos a la Virgen de Illanes en su universo del barrio y del parque, sin carreras para llegar a tiempo y sin agobios por entrar. Lo que vivamos no se repetirá fácilmente y por eso, esta es una salida extraordinaria de las de verdad; bien pensada y bien planteada. Hay que ir colgando del alma una palma rizada. La semana que viene habrá un Domingo de Ramos y por eso hoy parece que es Domingo de Pasión.
Fuente: Pasión en Sevilla